"Coser y cantar, todo es empezar."
A mí me enseñaron de pequeña a coser, bordar, ganchillar y calcetar (a cantar no, que canto fatal ajjajajajajjajajajaj) a la par que aprendía matemáticas, a jugar al ajedrez y a dibujar.
Sin embargo, la costura era una actividad considerada “de chicas”. Qué tontería. Coser es un conocimiento básico (poder coser un botón es fundamental –especialmente en un apocalipsis zombie como el que vivimos - y todo el mundo debería saber hacerlo) y, en su versión más sofisticada, un arte desestresante.
Gracias a dios (o a la crisis, vete tú a saber) volvemos a valorar altamente lo hecho a mano por sus componentes de arte y de exclusividad, por su sostenibilidad ecológica y económica, y por lo divertido que es hacerlo y usarlo.
Cada tarde-noche, antes de cenar, dejo reposar mi portátil sobre mi mesa-maleta (en breve el DIY exprés en este blog) y me gusta; cada vez que me pongo un broche hecho por mí, me gusta; cada vez que triunfo en la cocina, me gusta; me siento bien, orgullosa y satisfecha, y me olvido del estrés diario de la vida moderna, esa que nos han impuesto los de arriba, con sus calificaciones de deuda, sus rescates y sus tropelías.
Y me acuerdo de mis abuelas y abuelo, de mi madre, que me enseñaron a coser y a dibujar como parte del conocimiento humano, sin sesgos sexistas ni connotaciones extrañas, y me permitieron estar más adaptada y tener más válvulas de escape.
Y me acuerdo de mis abuelas y abuelo, de mi madre, que me enseñaron a coser y a dibujar como parte del conocimiento humano, sin sesgos sexistas ni connotaciones extrañas, y me permitieron estar más adaptada y tener más válvulas de escape.
Supongo que muchos leerán esto y pensarán que exagero o que mi visión es excesivamente épica; nada más lejos de la realidad. A los que no saben coser les invito en esta semana del Día Mundial de Tejer en Público a comenzar en este antiguo arte de la costura, en cualquiera de sus modalidades, y disfrutar del desarrollo de las capacidades creativas y manuales.
Como cierre de esta editorial, os dejo estos pequeños objetos cotidianos que he diseñado en reconocimiento a esta labor humana que esperemos que no se pierda.
That´s what my grandmother used to say.
And she was right.
When I was a little girl, I was taught to sew, embroidery, crocheting and knitting (not singing, I sing very badly ajjajajajajjajajajaj) at the same time I was learning math, playing chess and drawing.
However, the seam was an activity considered "for girls". What nonsense. Sewing is a basic knowledge (to sew a button is essential - especially in a zombie apocalypse as we live - and everyone should know how to) and, in a more sophisticated version, it´s an de-stressing art.
Thank god (or thank the crisis) we return to value the handmade things highly because of its components of art and exclusivity, because of their ecological and economic sustainability, and because how fun it´s to make it and use it.
Each evening, before dinner, I let my laptop upon my suitcase-table (in short, this DIY express will appear in this blog) and I like it; every time I wear a brooch made by me, I like it; every time I succeed in the kitchen, I like it; I feel good, proud and satisfied, and I forget the daily stress of modern life, that life which the wealthy impose on us, with their debt ratings, their rescues and their outrages.
And I remember my grandmothers and grandfather, I remember my mother, they taught me to sew and draw as part of human knowledge, without gender slant or strange connotations, they allowed me to be more adapted and have more safety valves.
I guess many people will read this and they will think I exaggerate or that my vision is too epic; not at all. To those who don´t know how to sew, I suggest to start in this ancient art of sewing, in all its forms, now in this week of the World Wide Knit in Public Day, and enjoy the development of creative and manuals capabilities.
As closing of this editorial, I leave these daily little objects that I designed in recognition of this human work, that I hope it don´t miss.
See you.
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